Un policía vietnamita ordena parar al conductor de un autobús en un control de tráfico. En un primer momento se detiene pero, de repente, vuelve a arrancar. El policía tiene que agarrarse al limpiaparabrisas para no ser arrollado y no dejar que escape. Recorre más de un kilómetro jugándose la vida. Finalmente el vehículo se detiene y consiguen arrestar al conductor, que pasará tres años en la carcel por desobediencia a la autoridad.
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