Se trata de un lugar donde los perros pueden comer, beber y hasta "socializar". Bow Wow Deli está en la Ciudad de México, y es la primera cafetería de su tipo en este país y quizá en el mundo, con excepción de Japón.
"En Japón también es algo más o menos nuevo de la cultura. Desde hace cuatro o cinco años existen allá este tipo de cafés", comenta a BBC Mundo Miki Nakai, dueña de esta cafetería.
"Yo estuve buscando un café así aquí en México, porque yo tengo dos hijos, que son mis dos perritos, y quería un lugar donde pudiera ir con ellos y disfrutar juntos. Pero no había ningún lugar así.
Yo estaba segura que había mucha gente como yo, queriendo disfrutar con sus perros, así que me decidí a abrir este negocio".
El lugar parece más un restaurante de comida japonesa que una cafetería canina. La decoración del sitio es minimalista, las cuatro o cinco mesas que hay son cuadradas, de líneas muy simples, con un centro de mesa muy delicado. Las sillas son poltronas de formas modernas, los colores claros y neutros.
Los clientes, perros de todas las razas y tamaños, se sientan al lado de sus amos para esperar que los atiendan. De una mesa a otra, tanto perros como sus dueños, se cruzan miraditas discretas, que muy pronto dan paso a animadas conversaciones sobre sus animales.
"Si, a veces la gente comienza a conversar, sobre todo si sus mascotas son de la misma raza. Y por supuesto, los perritos también comienzan a juguetear entre ellos", dice la propietaria del establecimiento.
A la carta
Nakai, japonesa de origen, vive en México desde hace seis años. Está casada con un chef mexicano, de quien aprendió el gusto por la cocina, pero en este caso, la cocina para perros. Antes de abrir esta cafetería, preparaba comidas saludables para los perros de sus amigos, porque se lo pedían.
"Antes de abrir la cafetería, yo cocinaba galletas y pasteles especiales para mis perritos, porque ellos tienen el estómago muy delicado y no pueden comer alimentos comerciales.
Un día hice un pastel para el cumpleaños del perro de una amiga y poco a poco otras personas me pidieron si podía cocinar para sus perritos. Y así fue como comencé en esto".
La idea, como lo explicó Nakai a BBC Mundo, es proporcionar a los perros y sus dueños un lugar donde pasar un rato juntos, sin las restricciones que hay en restaurantes y cafeterías, donde la entrada con animales está prohibida.
Adriana Álvarez es una clienta que viene aquí todas las semanas. Según comentó, a Hisachi, su perro, un husky siberiano, le gusta mucho el lugar.
"Sí, le fascina. Él sabe que aquí lo consienten y le dan cosas ricas de comer. Le gustan muchos los vegetales, y aquí muchos de los platos vienen con vegetales. A mi también me gusta, porque estoy segura de que él come cosas saludables e higiénicas", dice Adriana.
En esta cafetería, perros como Hisachi, de todas las razas y todos los tamaños, comen verdaderas exquisiteces: sándwich de pollo y pasta con vegetales, molleja de avestruz, carpaccio de res con vegetales y risotto de res y pollo.
"Buen trato"
El lugar no es barato. El carpaccio de res con vegetales y pasta, por ejemplo, cuesta el equivalente a US$3 la porción pequeña, y unos US$5 el plato grande.
Además de comida, también se venden accesorios para los perros, como lujosos collares bordados con incrustaciones de piedras que pueden costar desde US$25 hasta US$100.
También hay correas para sacarlos a pasear que son verdaderas joyas. Una correa con cristales rosados de Sarowsky cuesta US$240.
Y si de bolsas para cargar a su perrito se trata, éstas pueden costar hasta US$370, importadas de Los Angeles y Nueva York.
Está claro que éste es un lugar para quien tiene dinero suficiente como para darle a su mascota estos lujos. Adriana Álvarez está consciente de las críticas que algunos pueden hacer sobre esta forma de relacionarse con sus perros.
"Sí, definitivamente hay gente que me pregunta por qué gasto tanto dinero en mi perro, pero hay otros que me dicen que mi perro está precioso, y eso es porque lo trato bien", dice.
En todo caso, Hisachi parece apreciar muy bien lo que su dueña hace por él, y aunque no puede hablar para decir si le gusta o no la comida que le sirven aquí, me basta con ver cómo se emociona cuando Miki le trae dos platos, uno con agua purificada y otro con una de las especialidades de la casa: risotto de res y pollo, con galletitas crujientes.
Se lo devora todo en menos de dos minutos.
Hisachi es un perro con suerte. Desafortunadamente no todos los perros en esta ciudad reciben el mismo trato. La capital mexicana tiene tasas muy elevadas de perros abandonados en las calles, que terminan en albergues y centros de adopción, de donde luego les cuesta salir hacia un hogar donde los quieran y los mimen así.
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