México, 11 jul (EFE).- La zona este de la Ciudad de México, una urbe de más de 18 millones de personas, corre el riesgo de desplomarse bajo los pies de sus habitantes por la sobreexplotación de sus mantos freáticos y el efecto de la temporada de lluvias.
Inmensos cráteres de hasta 22 metros de profundidad y 30 metros de largo han aparecido en los últimos días en el distrito municipal orienta de Iztapalapa, tragándose lo que en ese momento estaba ubicado en su superficie y agrietando viviendas, escuelas, comercios y edificios a su alrededor.
Esta mañana, por ejemplo, fue rescatado tras una compleja y delicada búsqueda que duró más de tres días, el cadáver de un joven de 19 años sepultado por lodo y escombros, quien el fin de semana pasado cayó junto con un vehículo a una de estas fallas geológicas de 22 metros de profundidad.
El pasado 5 de julio en esta misma zona de la ciudad un hundimiento de 30 metros de longitud, 6 metros de diámetro y 2 de profundidad dañó un poliducto de Petróleos Mexicanos (Pemex), lo que ocasionó un derrame de combustible que impregnó aproximadamente 150 metros cúbicos de tierra y afectó a 19 viviendas.
Ambos hechos tuvieron lugar en el barrio Lomas de San Lorenzo, en la delegación Iztapalapa, una zona atravesada en el subsuelo por una antigua falla geológica natural y donde se registraron unas doscientas grietas, según el alcalde capitalino, Marcelo Ebrard.
Para los expertos las repentinas depresiones del terreno se deben también a la sobreexplotación de los mantos freáticos de los que el sistema de aguas de la ciudad extrae miles de litros para satisfacer las necesidades de la ciudadanía en una urbe con serios problemas de suministro del líquido elemento.
Un estudio del Instituto de Geología de la Universidad Autónoma de México (UNAM) remonta el problema a los años sesenta, cuando se empezó a extraer agua subterránea de los nueve pozos del Peñón, un pequeño cerro ubicado al oriente de la ciudad.
Aquella medida se tomó para contrarrestar el hundimiento del Centro Histórico del Distrito Federal a causa del intenso bombeo de agua profunda en esa parte de la ciudad que ha dañado edificios históricos como la Catedral metropolitana.
Por esta circunstancia, el suelo en el este de la urbe se ha sumido también unos ocho metros.
Entretanto la alcaldía capitalina calcula que tendrá que evacuar cerca de 120 viviendas afectadas por los incidentes de los últimos días y ubicar a sus 250 residentes en albergues temporales.
En algunos casos el gobierno capitalino se comprometió a entregar a los damnificados viviendas nuevas.
"El gobierno actúa: persona que esté en riesgo se le apoyará con lo necesario, ya sea renta, apuntalamiento de casa, materiales o hasta la entrega de una nueva vivienda, para eso estamos aquí, para apoyarlos, no les fallaremos", dijo el burgomaestre.
Las autoridades han decidido rellenar las múltiples grietas en la zona con bentonita y explorar el subsuelo con radares, pero las fisuras continúan apareciendo incluso en otras zonas de la ciudad.
Por ello de momento se ha limitado la canalización de agua pluvial a las áreas con grietas en la medida en que a estas alturas del año la ciudad vive una intensa temporada de lluvias que durará hasta octubre, con algunas precipitaciones de más de 40 litros por metro cuadrado en un día, lo que reblandece aún más la tierra.
La alcaldía instaló módulos de atención en los barrios afectados en los que personal de la Secretaría de Obras atiende a los ciudadanos que requieran un dictamen técnico sobre la estabilidad de sus hogares.
Mientras tanto, los jefes de cinco delegaciones del Distrito Federal exigieron ayer al gobierno que utilice el Fondo de Prevención de Desastres Naturales (Fonden) para evitar más tragedias, el origen de las cuáles se remonta tanto al manejo no sustentable del agua como a las fallas naturales del área.
En palabras de Horacio Martínez, jefe de la demarcación de Iztapalapa, "hoy la naturaleza nos está cobrando lo que los seres humanos estamos haciendo".
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