México, 5 may (EFE).- Miles de mexicanos disfrutarán durante todo el fin de semana de la actuación de decenas de sus héroes favoritos, los luchadores enmascarados y con atuendos vistosos, mitad gladiadores y mitad acróbatas, que estos días promueven este espectáculo en una exposición.
"Lucha libre: la experiencia" es una exposición que presenta desde el viernes al domingo a los señores del ring y su mundo y que incluye combates en vivo, como los que arrastran cada semana a miles de aficionados de todas las edades a las arenas mexicanas.
Decenas de luchadores participarán en el evento, al que se espera acudan 20.000 visitantes y que se celebra en el Centro Banamex de la capital mexicana.
Hay también una muestra de fotografías de los gladiadores más populares de la historia de la lucha libre mexicana y se venden diversos objetos de este deporte-espectáculo.
La lucha libre ha sido uno de los entretenimientos más arraigados en el gusto de las familias mexicanas y, así, figuras como "El Santo" han traspasado fronteras y llevado la imagen del luchador enmascarado al mundo entero.
Hoy son "Místico", "Máscara Sagrada", "Sangre Azteca" o "Nitro" los guerreros del cuadrilátero a los que anima o insulta con pasión toda la familia.
A pesar de la aparente violencia, los mexicanos acuden a las arenas desde niños, explica el pintor Humberto Vázquez, cuyos cuadros mezclan la mitología de los gladiadores del México de hoy con las raíces prehispánicas.
"Entendemos que es una simulación, es el drama del bien y el mal", opina.
Adolfo "Pirata Moreno", de 78 años, recuerda su debut en la capitalina Arena México y sus viajes al extranjero como lo mejor de su carrera.
La máscara es el tesoro mas preciado de un luchador, explica a Efe "El Hijo de Cien Caras", y son frecuentes los desafíos entre rivales con la máscara como apuesta: perder significa la máxima humillación y cinco años de lucha a cara descubierta.
"El Hijo de Cien Caras" confirma lo difícil que es "llegar a ser alguien" y precisa que se requiere más de dos años de entrenamiento para ser profesional, tras lo cual deben superarse las pruebas de la Comisión de Box y Lucha.
Como en su caso, es común pasar la herencia de padres a hijos: "Yo vengo de sangre de luchador", dice el enmascarado, con ganas de "llevar el nombre mas alto" que su padre.
Axel, el "Nieto del Santo", sobrino de "El Hijo del Santo", no se muestra partidario de pasar el testigo a la siguiente generación: "No me gustaría que mi hijo se dedicara a esto, es una profesión muy sacrificada".
Los luchadores se clasifican en dos bandos, explica "El Hijo de Cien Caras": rudos, "un poco más agresivos, se meten más con la gente", y técnicos, "más espectaculares, con lances, vuelos".
"La gente le suele ir más al técnico, es mas ídolo, pero a veces el rudo también tiene su gente", afirma, para añadir: "Yo soy rudo, para servirle".
Uno de los héroes del momento es el técnico Místico, quien "viene del pueblo", dice el aficionado Armando Aguilar. A su lado, el pequeño Rodrigo, de siete años, viste una máscara del luchador.
"Viene dispuesto a dar un rosario de llaves, una letanía de lances y una bendición a los vencidos.
Así es el moderno apóstol de la lucha libre, ¡Místico!", narra de forma teatral el popular presentador Armando Gaitán, "el Mucha crema".
En el espectáculo que se ofreció el viernes los visitantes vieron un combate entre rudos -el popular "Atlantis" acompañado por las mascaras dentadas de "Averno" y "Mephisto"- mientras que por los técnicos estuvieron, con ropajes blancos, "Sagrado" y "Volador Jr", y con la faz descubierta, "Shocker".
En tres asaltos, los luchadores dan piruetas, vuelan para impactar contra sus rivales, se hacen llaves para neutralizar al contrario y azotan contra la lona, mientras el público apoya, entre alaridos, a sus favoritos e insulta a los enemigos de sus héroes.
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