CIUDAD DE MÉXICO.- El avionazo registrado el martes casi en el cruce de Reforma y Periférico dejó un saldo —hasta donde se sabe— de 13 víctimas mortales, al menos cinco de ellas en tierra. En el siniestro murió el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, pero también existen otras historias que ayudan a comprender la magnitud de la tragedia.
Pierde la vida esperando a su esposa
Cuando esperaba que su esposa saliera de su trabajo, Alan Cristian Vázquez, de 20 años, perdió la vida durante el avionazo de Reforma. Ahora, su familia llora desconsolada su muerte. Frente al Servicio Médico Forense (Semefo), su esposa, sus padres y demás parientes están a la espera de que les sean entregados sus restos.
Minutos antes de que desplomara la aeronave en la que viajaban funcionarios gubernamentales, Alan Cristian acababa de llegar hasta las oficinas donde su cónyuge trabaja, en la esquina de Montes Eubruz esquina con Pedregal.
La mujer salió pero regreso al interior del inmueble a recoger su computadora que había olvidado, lo cual le salvó la vida. Sin embargo, según familiares de la víctima, la mujer escuchó un estruendo y se asomo desde la ventana, donde observo el percance y cómo su esposo perdía la vida al interior de su vehículo que fue abrazado por las llamas.
El techo estaba bañado en sangre....
Anabelle Núñez trabaja cerca de donde sucedió el accidente, sobre la calle de Palmas. Justo a la hora en que se desplomó la aeronave se disponía a salir rumbo a su casa, pero de manera excepcional el martes no fue así.
“Estábamos preparando el Foro Mundial de Marketing e Innovación que se lleva a cabo hoy (ayer) en Centro Banamex”, dijo.
Recuerda que se escuchó un ruido muy fuerte y gente de su oficina indicó que no vieron una explosión sino que el avión comenzó a caer en picada y solamente se percibió una ráfaga de fuego.
“Minutos más tarde llegaron patrullas y camiones de bomberos que hicieron imposible la salida en coche del edificio en el que nos encontrábamos. Caminamos lo más cercano al accidente, ya que gente conocida trabajaba en el edificio más próximo a donde sucedió la tragedia.
“Me encontré con dos amigos periodistas uno de ellos ya había hecho indagaciones y dijo que lo que vio fue horrible, todos los cuerpos deshechos.
Compartió que ella estaba a un lado de un coche que había sido destruido en gran parte por uno de los pedazos de la aeronave, cuyo techo estaba bañado en sangre y con pedazos de carne humana.
Muy cerca también, recordó, los policías cubrían pedazos de cuerpos con bolsas negras.
“De verdad me parece increíble lo que está sucediendo en este país”, finalizó.
Entró el calor de la explosión a mi auto
“El avión llevaba una colita de luz, luego se fue como en picada, como si hiciera un medio círculo y en dos segundos, explotó”, describió Adriana Romandía, quien iba circulando en su auto sobre el Periférico a la altura del Paseo de la Reforma cuando ocurrió el accidente.
Con la ventana abierta de su coche, aludió a que “hasta entró el calor de la explosión a mi auto y se vio mucha luz atrás del edificio”.
Trabajadores de la Secretaría de Gobernación colocan un moño negro en señal de luto.
Pierde la vida esperando a su esposa
Cuando esperaba que su esposa saliera de su trabajo, Alan Cristian Vázquez, de 20 años, perdió la vida durante el avionazo de Reforma. Ahora, su familia llora desconsolada su muerte. Frente al Servicio Médico Forense (Semefo), su esposa, sus padres y demás parientes están a la espera de que les sean entregados sus restos.
Minutos antes de que desplomara la aeronave en la que viajaban funcionarios gubernamentales, Alan Cristian acababa de llegar hasta las oficinas donde su cónyuge trabaja, en la esquina de Montes Eubruz esquina con Pedregal.
La mujer salió pero regreso al interior del inmueble a recoger su computadora que había olvidado, lo cual le salvó la vida. Sin embargo, según familiares de la víctima, la mujer escuchó un estruendo y se asomo desde la ventana, donde observo el percance y cómo su esposo perdía la vida al interior de su vehículo que fue abrazado por las llamas.
El techo estaba bañado en sangre....
Anabelle Núñez trabaja cerca de donde sucedió el accidente, sobre la calle de Palmas. Justo a la hora en que se desplomó la aeronave se disponía a salir rumbo a su casa, pero de manera excepcional el martes no fue así.
“Estábamos preparando el Foro Mundial de Marketing e Innovación que se lleva a cabo hoy (ayer) en Centro Banamex”, dijo.
Recuerda que se escuchó un ruido muy fuerte y gente de su oficina indicó que no vieron una explosión sino que el avión comenzó a caer en picada y solamente se percibió una ráfaga de fuego.
“Minutos más tarde llegaron patrullas y camiones de bomberos que hicieron imposible la salida en coche del edificio en el que nos encontrábamos. Caminamos lo más cercano al accidente, ya que gente conocida trabajaba en el edificio más próximo a donde sucedió la tragedia.
“Me encontré con dos amigos periodistas uno de ellos ya había hecho indagaciones y dijo que lo que vio fue horrible, todos los cuerpos deshechos.
Compartió que ella estaba a un lado de un coche que había sido destruido en gran parte por uno de los pedazos de la aeronave, cuyo techo estaba bañado en sangre y con pedazos de carne humana.
Muy cerca también, recordó, los policías cubrían pedazos de cuerpos con bolsas negras.
“De verdad me parece increíble lo que está sucediendo en este país”, finalizó.
Entró el calor de la explosión a mi auto
“El avión llevaba una colita de luz, luego se fue como en picada, como si hiciera un medio círculo y en dos segundos, explotó”, describió Adriana Romandía, quien iba circulando en su auto sobre el Periférico a la altura del Paseo de la Reforma cuando ocurrió el accidente.
Con la ventana abierta de su coche, aludió a que “hasta entró el calor de la explosión a mi auto y se vio mucha luz atrás del edificio”.
Trabajadores de la Secretaría de Gobernación colocan un moño negro en señal de luto.
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